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La Primera Profecía, mucho más que una precuela





Junto con El exorcista (1973) de William Friedkin, La profecía (1976) es uno de los auténticos clásicos del cine de terror satánico. Dirigida por Richard Donner, el mismo detrás de una de las mejores cintas de superhéroes de la historia (Superman) y una de las mejores sagas de acción de todos los tiempos (Arma Mortal), La profecía nos cuenta la historia de un diplomático (Gregory Peck) que sospecha que su hijo Damien (Harvey Stevens) es quizás el mismísimo anticristo. 


Contra todos los pronósticos (la segunda parte de El exorcista fue todo un fiasco), la secuela de La profecía, dirigida por Don Taylor en 1978 y protagonizada por William Holden, logra mantener (más no equiparar) a la inolvidable y genuinamente aterradora cinta de Donner, mostrándonos a Damien (Jonathan Scott Taylor), ahora estudiante de un internado, intentando cumplir con su misión de instaurar el apocalipsis. 


La tercera parte de La profecía (El exorcista tuvo una mediocre tercera parte), conocida también como El conflicto final y dirigida por Graham Baker, es la más débil de la trilogía, pero igual llega a ser una buena película. En ella Damien, ya adulto (Sam Neill) busca convertirse en el presidente de los Estados Unidos.  



Luego de la exitosa trilogía, vino la decadencia de la saga. Presentada en televisión en los Estados Unidos y estrenada en cines en el resto del mundo, La profecía IV: El despertar (1991) de Jorge Montesi, es un burdo remedo de la cinta original, solo que en ella se nos muestra a un nuevo anticristo, esta vez encarnado en una niña llamada Delia (Asia Vieira), la hija de Damien. 


Pero la peor de todas fue un horrible reboot de 2006 dirigido por John Moore y protagonizado por Liev Schreiber, que bien puede equipararse a la última entrega de El exorcista estrenada el año pasado. Así de mala es. Y no me hagan hablar de la esperpéntica serie Damien (El exorcista también tuvo una serie patética). Todo parecía indicar que La profecía ya estaba finiquitada. Pero al menos no fue así. 


Los amantes del buen cine de terror y de la trilogía original (especialmente de la cinta de Donner), teníamos serias dudas con la idea de una precuela (El exorcista la tuvo y no salió muy bien que digamos). Richard Donner, el director ideal para realizarla, falleció en 2021 a la edad de 91 años y Antonio Campos (autor del drama biográfico Christine), fue despedido a último minuto. Aparece entonces Arkasha Stevenson como la persona encargada de asumir el proyecto y su hoja de vida incluía varios capítulos de la serie antológica de terror Channel Zero, de la injustamente cancelada Briarpatch y de Legion, la mejor serie de superhéroes hasta la fecha. La primera profecía iba a ser su primer largometraje y los augurios no eran para nada optimistas. 



No hay nada como una gran sorpresa para los cinéfilos acostumbrados a secuelas y precuelas innecesarias y a la explotación excesiva de franquicias de antaño. Stevenson logró algo casi imposible: hacer una precuela tan exquisita y aterradora como la cinta original de Donner. Sí, es verdad. La primera profecía es todo un triunfo dentro del cine de terror.   


La historia escrita por Stevenson, su colega en Channel Zero, Tim Smith y Keith Thomas (guionista y director del horrendo remake de Firestarter), nos lleva de vuelta a 1971 antes del nacimiento de Demian, cuando la novicia estadounidense Margaret (Nell Tiger Free de Juego de tronos) llega a Roma para comenzar una vida de servicio religioso. El cardenal Lawrence (nada menos que Bill Nighy) la recibe con los brazos abiertos y le dice que él siempre creyó que ella estaba destinada para cosas grandes (si esta cinta tiene una debilidad, es en su giro poco sorpresivo). 


Margaret está dispuesta a entregarse a Dios trabajando en un orfanato, pero empiezan a surgir cosas que la desvían de su camino. Primero está Luz (María Caballero), la novicia con la que comparte su habitación y que la tienta con ir una noche de baile y juerga. Luego están la Hermana Silva (nada menos que Sonia Braga) y la hermana Angélica (Ishtar Currie-Wilson imitando a Mia Goth), dos monjas siniestras. Además, la novicia ha notado que una de las chicas está siendo apartada por sus ataques epilépticos y sus dibujos extraños. Esa niña le recuerda a Margaret la niña rebelde, excéntrica y problemática que ella solía ser, y cuanto más se acerca a la niña e investiga lo que podría estar sucediendo, más se da cuenta de que algo impío está en juego.


Para aquellos que conocemos dónde y cómo comienza la original de Richard Donner, está claro que Damien está en camino y nadie podrá evitarlo. Eso incluye al Padre Harris (Charles Dance) y el Padre Brennan (Ralph Ineson), quien le advierte a Margaret del peligro inminente, pero los amantes de la cinta original ya conocemos su fatídico destino.


El exquisito diseño de producción de Eve Stewart (La chica danesa), la fotografía de Aaron Morton (Evil Dead) que captura la atmósfera lograda por Donner, la música disonante de Mark Korven (The Witch, The Lighthouse) y los suntuosos diseños de vestuario de Paco Delgado (John Wick 4) ayudan a que todo se sienta elegante y perturbador, y a que algunas secuencias que remedan la primera parte se sientan de alguna manera originales. La primera profecía es todo menos una película barata de terror.  


Quienes sean sensibles a escenas de partos y embarazos deberán estar preparados para unas escenas altamente perturbadoras, pero que nunca llegan a perder elegancia. Al final, todo apunta a que vamos a tener otra precuela o secuela de La profecía. Si las cosas siguen como en esta sólida entrega, ojalá que sea una nueva trilogía. Si pasó con El planeta de los simios, por qué no con el anticristo.



Fuente: REVISTA ROLLING STONE (ESTADOS UNIDOS) 

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