Es uno de los cuentos japoneses de terror más conocidos que existen. La leyenda cuenta que Okiku es una muñeca donde habitaba el alma de una niña fallecida. Data de 1932 en Japón, y se trata de una muñeca que le obsequió su hermano Eikichi Suzuki, de 17 años, con el objetivo de hacerla feliz, pues la niña tenía un padecimiento incurable.
En un viaje que hizo el joven a una ciudad cercana, eligió, entre muchos juguetes, a una muñeca de 40 centímetros, de porcelana, pelo negro por los hombros y tradicional kimono japonés. También se dice que tenía unos ojos muy especiales.
Desde el principio la niña amó a la muñeca y le puso por nombre Okiku. La pequeña y Okiku permanecieron juntas por cinco meses, que fue el tiempo que tardó la niña en fallecer. La desconsolada familia hizo un altar familiar con las cenizas de la pequeña y en él colocaron a la muñeca que tanto amó.
En poco tiempo la familia pudo notar que el cabello de la muñeca crecía y en cuestión de dos semanas le llegó a las rodillas. Lo cortaron y volvió a crecer. La familia tuvo el convencimiento de que el espíritu de su pequeña vivía en la muñeca.
En la Segunda Guerra Mundial la familia migró, dejando a la muñeca en el templo Mannenji, al cuidado de los monjes, que en un principio se mostraron bastante escépticos, pero que con el tiempo adoptaron el ritual de cortarle el pelo.
Hoy en día continúa allí y su pelo sigue creciendo. Es visitada por miles turistas y curiosos.
Fuente: CINCONOTICIAS
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