El exorcista: Creyentes funciona como una secuela tardía de la película de William Friedkin basada en la novela de William Peter Blatty, y está producida (como la trilogía de Halloween) por Blumhouse, que siempre confió en el director.
Pero lejos de ser una secuela inspirada, el filme es un aceptable homenaje de fórmula (con algunos golpes bajos) que manipula la nostalgia de los fanáticos de la original.
Cuando aparece Ellen Burstyn en su icónico papel de Chris MacNeil, la mamá de Regan (Linda Blair) en el filme de 1973, el espectador se siente inevitablemente conmovido. La película deja en claro que su apuesta es el guiño cómplice con el fan cinéfilo. Y así es hasta el final, en el que se incluye una declaración de amor sensiblera y efectista a los personajes principales de El exorcista.
El nacimiento
La película empieza con un prólogo en Haití, cuando una mujer embarazada muere en un terremoto. En esa introducción, que intenta imitar a la de la original en Irak, hay una suerte de bendición (por parte de los creyentes del lugar) a la embarazada para que la beba nazca bien.
13 años después, en el pueblo de Percy, Georgia, una preadolescente Angela (Lidya Jewett), la niña que se salva del vientre de la mujer muerta, le pide permiso a su padre Victor Fielding (Leslie Odom Jr.) para ir a la casa de su amiga Katherine (Olivia O’Neill).
Las niñas se van a jugar a un bosque porque Angela quiere comunicarse con el espíritu de su madre. Sin embargo, algo extraño sucede y ambas desaparecen por tres días, hasta que aparecen en una granja sin saber qué les pasó.
Cuando las llevan al hospital, los síntomas de la posesión demoníaca empiezan a manifestarse. Las películas de exorcismos son también pequeños ensayos de psiquiatría. El síntoma en el cuerpo se da cuando se pasa de la niñez a la adolescencia. A esa edad, algo se mete en el cuerpo para llevarlo por el mal camino.
También son películas sobre la pérdida de la fe (o sobre la falta de ella). Cuando a Victor no le queda otra que ir a pedir ayuda a esa señora que escribió un libro sobre el tema, porque hace 50 años su hija fue poseída por el Diablo, se activan la sugestión y las reglas del subgénero, con sus respectivos rituales, creencias y sustos.
El problema es que Gordon Green confunde el Mal con el Diablo, dos cosas distintas (aunque suene contradictorio). Como en sus Halloween, el director vuelve a aplicar una reflexión infantil y subrayada sobre el Mal, alejando a la película de su esencia y sentido.
El exorcista: Creyentes se mueve entre la fórmula de Blumhouse y el homenaje a la original, con un final que manipula la emoción del fan. Lo bueno es que, a pesar de sus automatismos, Gordon Green pone de manifiesto su amor por el género. Y eso la salva.
Ficha
Calificación: Buena
Dirección: David Gordon Green. Guion: Peter Sattler y David Gordon Green, basado en personajes de William Peter Blatty.
Elenco: Leslie Odom Jr., Lidya Jewett, Olivia O’Neill, Ann Dowd, Jennifer Nettles, Ellen Burstyn, Antoni Corone, E.J. Bonilla, Raphael Sbarge, Lize Johnston, Danny McCarthy y Linda Blair.
Fotografía: Michael Simmonds.
Música: Amman Abbasi y David Wingo. Duración: 112 minutos. Apta para mayores de 13 años (con reservas).
Complejidad: moderada. Sexo: nulo. Violencia: alta. En cines.
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