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Cementerio de animales: el origen (2023)



De todas las obras de Stephen King, una de las más escalofriantes continúa siendo Cementerio de animales (Pet Sematary, 1983), desarrollada a partir de una idea que llegó a la mente del autor después de que su hijo casi fuera atropellado por un camión a gran velocidad. Una historia que funciona como una meditación sobre la pérdida de seres queridos y hasta dónde llegaría alguien para terminar con su dolor pese a toda advertencia.


En 1989, la novela recibió una adaptación en manos de Mary Lambert que, no solo fue un verdadero éxito de taquilla (con una recaudación que superó los 500 millones de dólares), sino que caló lo suficientemente hondo en el público gracias a sus escenas perturbadoras que traumaron, por un buen tiempo, a toda una generación.


Sin que los fanáticos lo pidieran, en 2019 un remake dirigido por Kevin Kölsch y Dennis Widmyer retomó la historia con algunos retoques. En última instancia, no se alejaron demasiado de la trama original, pero como era de esperarse, la cinta dividió al público y la crítica. ¿El consenso? Aunque la película tenía un aspecto actualizado, la historia resucitada ofrecía muy poco.


Sobre esta base y sobre este film ahora llega una precuela con estreno directo a Paramount+ titulada Cementerio de animales: el origen (Pet Sematary: Bloodlines, 2023). Una historia ambientada 50 años antes que fue promocionada por los involucrados como “el capítulo jamás contado” de la historia de Stephen King y que, presuntamente, tenía como fin explorar la historia maldita del pueblo de Ludlow.


Esta idea, impulsada por los deseos (o caprichos) del productor Lorenzo di Bonaventura, está dirigida y co-escrita por Lindsey Anderson Beer (Sierra Burgess es una perdedora, 2018). Una profesional con un moderada experiencia en el desarrollo de libretos, pero que marca su debut como cineasta con este proyecto.


La historia sigue al personaje de Jud Crandall interpretado por Jackson White, un joven que intenta irse de su pueblo natal sin éxito ya que todo parece conspirar para mantener a la gente allí un poco más. La regla de pueblo chico infierno grande se cumple, porque además del cementerio maldito que da título a la película, ese lugar está lleno de secretos que eventualmente saldrán a la luz.


Para colmo de males, su amigo ha vuelto de Vietnam, pero no es el mismo. Su padre, interpretado por el desaprovechado David Duchovny (Los Expedientes secretos X) tomó una decisión desesperada que será el primer giro de esta historia.


“Muerto, es mejor” se aplica a la precuela


Desgraciadamente, lo que había sido anunciado como el capítulo sin contar de la historia de King no es más que otro caso en el que se rellenan huecos que estaban bien tal y como estaban.


Cementerio de animales: el origen termina dedicándole gran parte de sus 84 minutos a extender una historia que en la novela original solo ocupa unas tres páginas, sin verdaderamente aportarle algo nuevo al universo ya presentado. A su vez, desaprovecha oportunidades que podrían haber sido mucho más interesantes.


La película explora el linaje maldito de las familias fundadoras de Ludlow a través de la perspectiva de Crandall, un personaje conocido tanto en las películas como en la novela. Sin embargo, la explicación general que involucra el verdadero origen del cementerio no es más que un flashback hacia la época de los colonos que no logra tener demasiado sentido en la construcción de la mitología.


Podría haber sido mucho más acertado el abordaje de una precuela al estilo Depredador: La Presa (Prey, 2022) que girara únicamente en torno a las perspectivas de la tribu Mi’kmaq, cuyas tierras fueron invadidas por los europeos que construirían Ludlow. De esta forma, habría una historia mucho más interesante que contar sobre cómo este cementerio se convirtió en una fuente de terror para los habitantes de la ciudad.


Pero Cementerio de animales: el origen presta demasiado tiempo centrándose en la historia de Crandall, un personaje que no necesitaba ser explicado, comprendido y que, de la forma que es delineado, ni siquiera nos importa.


Una de zombies genérica


Cementerio de animales: el origen logra tener algunos puntos a favor y, por momentos, justifica su clasificación para adultos con escenas viscerales y sangrientas. Sin embargo, al empecinarse en contar la maldición que acecha a Ludlow, deja a un costado el desgarrador retrato del dolor que hizo tan eficaz a la película de Mary Lambert y a la novela.


La obra de King no se centra en meros enfrentamientos entre vivos y muertos, sino que aborda la culpa, el duelo y plantea dilemas morales. Una de sus secuencias más aterradoras es el regreso de la tumba de Gage, un niño vengativo cuya inocencia se ha perdido por completo en su transformación, contrastando con lo que algún momento fue. En la película de Beer cuesta encontrar qué la diferencia de “una película de zombies genérica”.


Con sus altos y bajos, Cementerio de animales: el origen es afortunadamente más corta que la película de 2019. Si bien está lejos de ser la peor adaptación de Stephen King, es difícilmente memorable. Toma ideas y direcciones narrativas que podrían ser interesantes, pero no acaban de cerrar en su corta duración. Una precuela que, lastimosamente, no consigue estar a la altura de su propia ambición.



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